Existen varias terapias acuáticas, aquí trataremos el tema de las aguas mineromedicinales. Para que las aguas sean mineromedicinales deben cumplir una serie de requisitos:
Deben ser declarada de utilidad publica por organismos competentes
Deben estar dotadas de mineralización y temperatura que le confieran propiedades terapéuticas.
Esas características deben mantenerse en forma constante
Dependiendo de la afección que se necesite tratar, las técnicas que se emplean son diferentes. Como primera medida el médico debe evaluar al paciente, a fin de darle un tratamiento de acuerdo a la patología que este tenga. Este tipo de aguas se pueden administrar por vía tópica, vía oral o respiratoria.
Aplicación Tópica:
Esta es la forma más habitual en la que se suministra esta terapia. Usualmente se utiliza para rehabilitar pacientes, las aguas favorecen la movilidad de la parte del cuerpo afectada. Se incrementa la vascularización lo que mejora la circulación sanguínea. Las altas temperaturas del agua facilitan la relajación muscular y actúan como analgésicas. La aplicación tópica tiene varias técnicas: la de inmersión, la de chorros de agua, duchas con agua a diferentes temperaturas. Estas claro, se aplicarán de acuerdo a lo que el profesional haya recomendado.
Vía oral:
Esta consiste en beber agua mineromedicinal en la cantidad y por el lapso de tiempo establecido por el facultativo, de acuerdo a la patología que el paciente tenga. Esta terapia actúa sobre el aparato digestivo, los riñónes y vías urinarias. Estos órganos absorben los minerales que están presentes en el agua.
Vía respiratoria:
El agua mineromedicinal ingresa al organismo mediante el aparato respiratorio del paciente, a través de inhaladores y propulsores de chorros de agua. Con estos se efectúan lavados nasales, nebulizaciones, baños de vapor, etc.
Otro de los tratamientos que complementa a esta terapia acuática, es la aplicación de fangos medicinales. Estos fangos se obtienen de los cauces de los ríos, están compuestos por una mezcla de agua mineromedicinal, materias orgánicas e inorgánicas.
Estos fangos generalmente están formados por caliza, silicio, sulfatos, carbonatos, calcio, aluminio y fosfatos. La ventaja que tienen estos fangos es que conservan mucho tiempo el calor, agregando un efecto térmico más potente a las cualidades terapéuticas del agua.
Estos fangos se utilizan para que el paciente se haga baños en forma localizada. Lo aconsejable es que estén a una temperatura de entre 40 y 45ºC durante unos 20 o 30 minutos. Este tratamiento se indica para tratar casos de reuma, artrosis, neuralgias, traumatismos articulares, y ciertas patologías dérmicas.