El universo se compone por átomos y estos se componen por partículas en constante vibración. Cuando estas se combinan entre sí, se producen diversos tipos de energía, los cuales se organizan mediante ciclos y ritmos. Estas energías se manifiestan de diferentes maneras, ya sean mediante sonidos, calor, colores, gustos, frío o aromas.
¿Qué es el sonido?
Es una parte fundamental en nuestras vidas, ya que desde antes del nacimiento, todo ser humano se encuentra rodeado de sonido, puesto que siente los latidos cardíacos de la mamá, la respiración de la misma y una maravillosa experiencia con el mundo exterior.
Este mundo es un mundo de sonidos, los cuales pueden oírse o no. Existen aquellos que son musicales, otros caóticos, algunos familiares y agradables, y porque no, extraños, inquietantes, que destrozan o curan. El sonido lo que hace es generar un cambio, ya sea físico, espiritual y emocional.
¿En qué colaboran los cuentos tibetanos?
El sonido de los cuencos hace que se armonice y equilibren los planos mentales, físicos y emocionales. Son sonidos intensos y puros, los cuales tienen un misterio muy particular, capaz de transportar a aquellas personas que los escuchan. Además, actúa despejando la mente y desbloqueando las emociones que se encuentren trabadas.
Cuando los cuencos suenan se lo denomina a esa práctica “baño sonoro”, mientras que otra de las modalidades terapéuticas, puede ser el masaje vibracional denominado “masaje sonoro”, que actúa sobre todos los planos y crea un balance de la energía, además de sincronizar las ondas cerebrales, ayudando en los estados de meditación y relajación.
La música y los cuencos ayudan a lograr una relajación profunda; aliviar el estrés y la ansiedad; mejorar la creatividad y la concentración; mejorar la visión; fortalecer el sistema inmunitario; aliviar los dolores de cabeza y la sinusitis; estimular las ondas alfa y equilibrar los chakras; limpiar el entorno y colaborar en el acceso a la intuición y por sobre todas las cosas a la conciencia superior.