Las algas marinas son plantas acuáticas que viven tanto en los bosques marinos como en el lecho de los ríos. No necesitan un gran entorno para sobrevivir, y conservan el cien por cien de sus propiedades intactas durante toda su vida; de ahí la importancia que se les da en muchos aspectos del cuidado tanto de la salud como de la belleza. De hecho, se conocen más de veinticinco mil variedades de algas, y cada tipo se puede aplicar para un determinado propósito.
Su variedad depende de la profundidad a la que se encuentren, es decir, de la cantidad de radiación solar que reciban, que determinará su color y propiedades.
En este sentido, las culturas orientales son las que tradicionalmente y desde hace muchos siglos han aprovechado los beneficios de las algas para mejorar problemas de salud, belleza e incluso para alimentarse. Pero en los últimos treinta años, con la globalización de culturas milenarias, su uso se ha extendido al resto de países, sobre todo Norteamérica y Europa Occidental. La más solicitada es la Espirulina, de color verde azulado, tamaño microscópico y que crece de forma natural en aguas frescas, sobre todo en el Caribe. Por sus propiedades, se utiliza principalmente como condimento en muchos platos, como las ensaladas, y también como ayuda en la lucha contra los kilos, como bio-energizante, para la prevención del cáncer y del envejecimiento, reductor del colesterol, la diabetes y la anemia. Todo ello se debe a sus múltiples vitaminas, como la B-1, B-12 y A, minerales como el calcio, el fósforo, hierro, potasio y magnesio, aminoácidos esenciales y no esenciales, y ácidos grasos.
A nivel general, podemos decir que la utilización de las algas, tanto en su estado natural como a través de pastillas y cápsulas, es de lo más habitual en nuestros días, pues muchos nutricionistas y profesionales médicos las recomiendan. La mayoría de las personas las utilizan por primera vez para bajar de peso, por su potente acción en este sentido; en primer lugar, regulan el funcionamiento de la glándula tiroides por su contenido en yodo. Asimismo, contienen gran cantidad de fibra que tiene efecto saciante sobre el apetito y estimula el tránsito intestinal, eliminando grasas y elementos dañinos. También ayudan a eliminar del organismo materiales pesados que se originan en la digestión o sintetización de los alimentos, como plomo, arsénico y mercurio, así como toxinas y residuos difíciles de asimilar. Gracias a su propiedad de disminución de las grasas, contribuyen a reducir el colesterol y los lípidos en la sangre, lo que impide que se depositen en los tejidos adiposos, y por tanto se baje de peso.
Sin embargo, hay que tener una serie de precauciones con las algas en determinadas situaciones, como por ejemplo, si se tienen problemas de tiroides, ya que su alto contenido en yodo podría desestabilizar su buen funcionamiento. Asimismo, su gran contenido en sodio no las hacen muy recomendables para las personas que sufren de hipertensión. Pero aparte de esto, pueden consumirlas todo tipo de personas, ya que refuerzan el sistema inmunológico y mantienen el equilibrio interno. También poseen gran cantidad de antioxidantes que se utilizan en forma de cremas hidratantes para retrasar la aparición de los signos de la edad. Su gran diversidad las hace además ser un recurso prácticamente ilimitado, constituyendo un gran recurso para la biotecnología en la búsqueda de remedios contra determinadas enfermedades.